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La Estética Militante de Milunovic
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Año 2007, 4
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La Estética Militante de Milunovic

Revista Umělec 2007/4

01.04.2007

Sasa Janić | Perfil | en cs de es

La escena artística contemporánea en Serbia se encuentra actualmente en una nada envidiable posición y, sin embargo, se presenta interesante. Dentro del flujo del sistema artístico contemporáneo y la fuerza impulsora de la lógica capitalista, la escena artística serbia empieza a ser ella misma. Escapando del peso abrumador de la historia y de la siempre presente influencia militar de los años noventa, esta abordando los problemas básicos existenciales y empieza a buscar su propia identidad dentro de un lente mucho mas amplio del arte y la cultura europeos. Puesto que la sociedad serbia se define por su carácter transitorio, no es sorpresa que esta forma de cambio se refleje también en la escena artística. Numerosas instituciones artísticas, rezagos del viejo régimen, simplemente no han sido capaces de mantenerse al día con estas transformaciones. No son establecimientos con actualidad, competitividad o atractivo para el publico y los artistas. Por otro lado, nuevos espacios y organizaciones están montando una escena de renacimiento de las artes, inspirando confianza con su fuerza y potencial evidentes –alimentadas por las generaciones jóvenes que trabajan duramente para darle una nueva vida a la medio muerta escena artística del país.
En años recientes, hemos sido testigos de un acalorado debate acerca de si en realidad existe una escena artística contemporánea en Serbia, o no, sin importar lo que podamos creer o como lo interpretemos, obviamente no existe una. Quizás una pregunta mas apropiada sería: ¿cuál es el alcance y la calidad de la escena artística contemporánea en Serbia?, si analizamos la situación en Belgrado, el centro cultural mas grande de Serbia, nos enfrentaremos con algunos resultados desastrosos. Tan solo hay unas cuantas galerías y lugares de exhibición privados serios, suplementados por un escaso numero de espacios informales y alternativos. Estos números ilustran el hecho de que no hay un sistema establecido para el apoyo a la escena del arte contemporáneo, haciendo que su coherencia y habilidad para crecer sean casi imposibles. La carencia de salas de exhibición profesionales interfiere en gran medida con las buenas intenciones tanto de artistas como de curadores. La situación en el resto de Serbia es aun mas trágica.
Aparte de las carencias mencionadas, las bajas capacidades de producción de parte de los artistas y galerías, junto con la carencia de interés del ministerio de cultura Serbio para invertir seriamente recursos en las artes visuales contemporáneas, contribuyen al estado actual de la escena artística. La ausencia de un mercado y de regulaciones legales modernas que pudieran estimular la inversión en el arte, nos forzan a hablar no de los prospectos para el arte Serbio sino de su mera supervivencia. Las raras exhibiciones de arte nacional que han sido organizadas en el exterior casi no han recibido apoyo de las instituciones oficiales; a duras penas sobreviven gracias a la inversión personal de los organizadores y artistas. Este candado que dura ya una década no puede romperse con esfuerzos tan escasos. Primeramente, es esencial que la escena del arte Serbio tenga una imagen positiva tanto a escala nacional como internacional. No debe asombrarnos que la situación actual lleve a muchos grandes artistas como Uros Djuric, Biljana Djurdjevic, Miodrag Krkobabic, Tanja Ostojic, Dejan Kaludjerovic y a muchos otros a buscar trabajo casi exclusivamente en el extranjero. El artista de Belgrado, Mihael Milunović, se incluye en este grupo puesto que actualmente vive y trabaja entre Francia y Serbia. A diferencia de sus potenciales colegas en Serbia, su obra puede encontrarse en algunas de las mas importantes colecciones y museos de arte contemporáneo.
Una total devoción al oficio además de una esmerada atención a los detalles, en una amplia gama de medios, sitúan a Milunović aparte. En sus dibujos, óleos sobre tela, instalaciones, objetos y fotografías, Milunović demuestra tener un punto de vista claro y personal. El espectro de sus temas viene de símbolos de la vida moderna, guerra y
destrucción: fortalezas, publicidad y emblemas, armas, sadomasoquismo, escudos heráldicos y banderas. Políticas, ideologías, dinero y el deseo de tener el control, aunados a un estilo auto-reflexivo de cuestionarse son característica en las obras de Milunović. La implacable destrucción que define a la modernidad ha inspirado al artista a crear sus objetos y esculturas como módulos atemporales, resistentes al estado de caos contemporáneo. Mihael Milunović nos hace confrontar nuestra propia angustia mientras atisbamos más allá de la delgada máscara de ilusión que alguna vez proporcionó una sensación de seguridad, y nos recreamos en un incierto despertar de conciencia de lo que pasa a nuestro alrededor.
En la complicada cartografía de las relaciones de estado y socio políticas nacionales, la necesidad de controlar, muchas veces se logra por medio de la fuerza. La inexorable realidad de la supervivencia descansa en el principio de que las fuerzas más duras y poderosas son las que finalmente triunfan; este principio ha levantado sospechas entre la gente y ha llevado a las facciones opuestas hacia una búsqueda para desarrollar armas extremadamente destructivas. Esta obsesión humana por el poder y la seguridad es exactamente la que Milunović explora en algunas de sus piezas. En obras tales como Miracles and Reliquary Gun (Milagros y Pistola de Relicario), una nueva-vieja masculinidad se revela. Al centro de este descubrimiento esta la idea de fuerza derivada de herramientas, objetos míticos que poseen poderes mágicos. Estas armas, manufacturadas por medio de una línea de ensamblaje, se encuentran sobre un pedestal de adoración y se les considera como elementos de santidad. En un proceso seudo-religioso estos símbolos de destrucción aparentemente violentos y agresivos son transformados en objetos absolutos, aparentemente salvavidas, maravillosos. Milunović reta a la percepción de las armas dominantes. Crea nuevos modelos alterando su función, propósito y significado al exponerlos en un contexto casi santificado donde deben ser interpretadas como objetos estéticos. Una espada, un rifle, el poder que posee un político o el efecto de una campaña publicitaria son elementos inspiradores para Milunović mientras que él aspira a revelar los significados latentes, simbólicos y de metamorfosis, de sus temas.
La cultura de la violencia en la sociedad moderna, sin importar en qué medio se exprese, se distingue por su omnipresencia. La violencia esta a nuestro alrededor: en la televisión, en las películas, en la Internet y la prensa. El punto de quiebre llegó cuando la primera Guerra del Golfo se transmitió en vivo durante las 24 horas de todos los días. En este momento, la fascinación con la violencia y la posibilidad de presenciar los eventos en el momento en que sucedían, se convirtió en un inimitable y pervertido vouyerismo. Los componentes visuales brutalmente poderosos del nuevo ciber-mundo únicamente han incrementado esta enfermiza fascinación. Al analizar la obra de Milunović, debemos recordar que no representa una glorificación o relativismo; es simplemente la articulación de la realidad.
A través de los siglos, la historia de la humanidad se ha entendido por las conquistas, guerras y conflictos que han definido su desarrollo. Desde los tiempos prehistóricos, parece que hemos sido entrenados para pensar en los términos binarios de la guerra: ofensivo contra defensivo. Casi todos los niños han querido ser soldados en algún momento de su infancia. Al crecer, muchos niños y muchas niñas también, ya que se mencionan, participan en juegos violentos que refuerzan las tácticas de guerra. Por esto, esta claro que la cultura de la violencia ha estado paralela al desarrollo de la civilización y en este proceso, se ha enraizado en nuestra conciencia colectiva, reforzada como una forma de vida. Un mito igual pero opuesto de romance y heroísmo se ha desarrollado junto a la cultura de la violencia, afirmando aun más su naturaleza binaria. La historia del guerrero noble, el súper-héroe, el héroe que lo arriesga todo para combatir al mal ha sido idealizado por la sociedad en novelas, tiras cómicas y películas. Nuestra susceptibilidad a estas ideas sirve como prueba de qué tan permeable el sistema de valores de nuestra sociedad es en realidad.
La estética militante del trabajo de Milunović reexamina y finalmente critica los sistemas elitistas del poder que han sido implementados por las naciones modernas. Estas materias se presentan cada vez más relevantes en tanto a que la sociedad Serbia ha sido confinada a un medio ambiente cerrado plagado de comportamientos destructivos, deterioración material y valores corruptos. En este medio, es casi imposible reconocer aun las distinciones más básicas, tal como la diferencia entre lo colectivo y lo individual. Mihael explota esta herencia histórica y cultural con el objeto de crear una expresión del momento contemporáneo.
Considerando la increíble cantidad de recursos, energía y esfuerzo que los superpoderes del mundo han dedicado a la carrera armamentista, parece un milagro que la sociedad haya sobrevivido al Siglo XX. Tomemos por ejemplo el precario equilibrio que la Guerra Fría que sitúa al mundo en el filo de un abismo de destrucción o Apocalipsis nuclear. Esta situación ha provocado temor a un día del juicio final que se aproxima. El temor ha sido aprovechado por los productores de Hollywood en varias películas acerca de este inevitable día. Este tema, siempre popular, es ayudado por un argumento donde una simple mal función o un error humano convierten a las operaciones diseñadas para “protegernos” en sistemas que tienen la capacidad de llevar a cabo una eutanasia a toda la raza humana.
Los performances de Milunović como Kissing the Flag o The March of Flags (Besando la Bandera y La Marcha de las Banderas) trabajan sobre estos temas y proporcionan una contra a la visión de Hollywood, cuestionan la identificación del espectáculo de masas con símbolos políticos e ideológicos, estereotipos de instituciones democráticas, gobernantes y políticos, la glorificación de la guerra y la estética militar. Estos rituales sociales tienen una increíble capacidad de movilizar personas y provocar tormentas de ideas dentro de las ideologías utópicas. La identificación individual con el poder de las masas y la ilusión de pertenencia, creada por símbolos específicos, nociones o acciones, no son más una imagen de “algo distinto” o “alguien distinto”, sino una verdadera urgencia dentro de cada uno de nosotros.
En este contexto, las contribuciones filosóficas para la comprensión intelectual de la sociedad comunicativa, tales como la de Habermas, parecen fusilerías mientras que el asunto se aleja de los campos de la filosofía y las ciencias humanas. El conocimiento y la comunicación son manejados cada vez más por medio de símbolos, anuncios y programas de televisión. En una serie de obras tituladas Patches for the New Millennium (Parches para el nuevo Milenio), Mihael Milunović crea nuevos y provocativos emblemas: una irónica galería socio-política de símbolos que reflejan los procesos globales geopolíticos. Con una sarcástica introducción de elementos cómicos, el artista crea sus propios códigos visuales al jugar con estereotipos de la publicidad moderna. El significado de la estética publicitaria es modificado. A través de adaptar lo vernáculo de las estrategias de mercadeo dirigidas a los poderosos gobernantes nacionales, Milunović deja en descubierto mucho acerca de las aspiraciones y lo que entiende esta audiencia blanco.
La instalación monumental Fortress F muestra a una Francia hecha con elementos del Siglo XVIII cargados de rampas defensivas emparedadas, absurdas fortalezas sin final donde abundan los bastiones y los parapetos conectados con irreales e innecesarios corredores y pasadizos. La imagen hiperbólica de la ciudad tiene la intención de ilustrar el estado actual de la sociedad Europea contemporánea. La mayoría de las características del medio ambiente construido son completamente absurdas o ridículas y se dirigen a las formas en las que Francia ha fracasado en su trabajo por la democracia, la apertura y el multi-culturalismo en una escala internacional. Esta fantástica construcción visual es al mismo tiempo una critica y una advertencia. Conlleva muchas interrogantes: ¿Qué tan abierta es la sociedad europea en realidad?, ¿Aun necesitamos fronteras y dónde están?, ¿Estas líneas fronterizas existen meramente en nuestras cabezas o en algún mapa imaginario?, ¿Cómo hemos respondido y también, cómo responderemos a la influencia de otras culturas y naciones?.
En la serie de escudos heráldicos titulada Succession (Sucesión), el artista explora existencias paralelas por medio del uso de escudos de armas y banderas de diferentes naciones. Estas obras son tanto de la materialidad del tema –el retrato de un águila- como de la especifica sensación de perplejidad perceptual a la que induce.
En sus obras tardías, la manera en que Milunović sintetiza una forma enteramente nueva de expresión con un formato de presentación único es admirable. Sin ningún temor, difumina las fronteras entre la ilusión y la realidad. Más aun, invita al espectador a considerar la dificultad de entender cualquier cosa en un sistema sobrecargado y sobresaturado de dinero, publicidad, información y las grandes marcas. La marca lo es todo; estamos hechos de marcas, las consumimos, nos vestimos con ellas, soñamos bajo sus condiciones. Con las obras de Milunović somos testigos del surgimiento de un nuevo discurso, que revisa la forma en la que comprendemos y asignamos valor a cualquier obra dada. Para entender la obra debemos primeramente dejar de asignar valores derivados meramente de la moderna estética del diseño. Esta escala ya no es aplicable puesto que la obra de Milunović intenta borrar las fronteras entre la ficción y la realidad e introducirnos al campo de la vida en sí misma. En sus objetos-instalaciones, compañías internacionales proporcionan el paradigma por medio del cual se examina críticamente la realidad definida por la relación entre los individuos y la sociedad.
Simple Pyramid (Simple Pirámide) es un modelo de un universo, una metáfora de la sociedad moderna en el sentido más existencial posible, un simulacro de nuestros destinos colectivos y relaciones socio-políticas. Utilizando una gama de símbolos y marcas, Mihael crea un fantástico universo de objetos. Lleva a cabo un giro completo al colocar sus creaciones en posiciones y sistemas precisamente definidos, asignándoles nuevas funciones y significados para enfatizar aun más su frágil posición. Este ciclo, una matriz de emblemas familiares es, en su centro, una crítica ideológica-corporativa de la sociedad de consumo. En esta forma de crítica, el artista no esta formulando preguntas retóricas. Sus observaciones se basan en posiciones definidas y empíricas. No se ve afectado por el dilema de ante quién inclinar la cabeza o qué posición tomar, aparece confiado en sus persuasiones.
Las obras de Milunović son agudos estudios basados en la amplia experiencia de la historia europea y la más especifica psicosis colectiva causada por las realidades de la antigua Yugoslavia. Un cierto elemento de distancia le permite a Milunović mantener un grado de objetividad y compartir una visión liberada de las banalidades de la vida diaria. En lugar de esto, su obra refleja los sistemas y la realidad global que exceden, por mucho, los eventos regionales. Retrata a individuos que están atrapados en una sociedad regida por ideologías utópicas masivas y los movimientos que han marcado al pasado siglo. Milunović considera el rol del artista y el rol del hombre moderno al efectuar cambios que contribuyan a la supervivencia y al funcionamiento de cada comunidad. Sus obras no son documentales o históricas, son objetos estéticos llenos de significado y significancia. Una síntesis que captura la realidad del momento, imbuida con belleza y sentido de la destrucción. Abraza la antífona de la existencia moderna. Sus obras no son tan solo una mera fascinación o exploración de motivos artísticos; llevan un mensaje de que no solo la apariencia, sino también el futuro del mundo, dependen solamente de nosotros.










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