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Jazz de la Ciudad del SolRevista Umělec 2005/301.03.2005 Tomáš Pospiszyl | studie | en cs de es |
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Artistas en la frontera entre los años 50 y la actualidad
entre el arte alto y el diseño entre la técnica tradicional y el ordenador entre la imagen y el relato Mucho se ha escrito en los últimos años sobre el destino de la pintura. Casi cada día se proclaman ”nuevas olas”, siempre en función de las necesidades de marketing de los galeristas y curadores; y la retórica nunca refleja una crisis real o la reanimación del medio. Una cosa sí es segura: ya no hay pintura como tal, sino un delta completo de planteamientos diversificados cuyos resultados pueden ser muy diferentes. Sin embargo, pintar sigue valiendo la pena, hay y aparecen nuevas tendencias que se pueden definir con nitidez. Lo que une a los siguientes pintores y artistas plásticos, de origen predominantemente norteamericanos, es la admiración por el estilo modernista de la ilustración, el diseño y la gráfica publicitaria de los años 50. Trasponen esta inspiración en su trabajo, para producir un resultado que puede ser enfocado de manera comercial o autónoma, sin dejar percibir una discrepancia fundamental entre ambos polos. Diferencia claramente considerada por los críticos de arte, quienes, salvo en contadas excepciones, no suelen interesarse por estas propuestas). Éstos manifiestan una actitud similar frente a la libertad de empleo de las técnicas utilizadas. Puede tratarse de medios tradicionales de expresión como la pintura al acrílico, como también de obras realizadas a través del uso de programas de ordenador. Una cosa más que une las muestras en estas páginas es la proximidad con el arte empleado en forma de ilustración o cómic, géneros que hacen hincapié en el relato y la narración y ofrecen la posibilidad de construir un mundo paralelo con leyes propias. Además, los estilos históricos consiguen trasladarnos al pasado nostálgico y, empleados con creatividad, pueden generar de manera subversiva un ajuste de cuentas con las propuestas plásticas de nuestros antepasados y a su vez, con el arte contemporáneo. * En los libros sobre el arte y el diseño del siglo XX no darán con el nombre del norteamericano Jim Flora (1914-1998). Hasta hace poco estuvo olvidado, incluso como autor de portadas llamativas de discos de música popular o ilustrador de libros infantiles. El estilo de Jim Flora lleva el sello de su tiempo. Los años 40 y 50 del siglo pasado fueron la época del jazz y de la confianza en el rápido progreso tecnológico que no tardaría en abrir a la Humanidad la vía al cosmos. En las retrasadas condiciones checas y, con cierta falta de precisión, podríamos aproximarlo al término ”estilo Bruselas”. Podría llamar la atención la expansión internacional de esta estética cuya característica esencial fue la adaptación de los logros de las vanguardias, como el cubismo o el surrealismo, a los objetivos del diseño masivo y de la arquitectura. Las portadas de discos de Flora recibieron la lección de Picasso y Klee, pero también de las caricaturas de la prensa contemporánea (encontramos la forma típica de dibujar los tacones en toda una serie de ilustradores de los 50, incluyendo a los checos) que manifiestan una sensibilidad algo psicodélica de la época del átomo. Asimismo incluyen un dejo de ironía cruel que recuerda remotamente el humor dibujado por nuestros Šmidrové (un grupo de plásticos checos). Jim Flora diseñó su última portada de disco en el 1956, tiempo en que esta especialidad queda definitivamente invadida por la fotografía en EE.UU. Posteriormente se dedicó, sin mayor éxito, a escribir e ilustrar libros infantiles y sólo en contados años o meses previos a su muerte pasó a ser una figura venerada por un exiguo círculo de coleccionistas y artistas plásticos entusiasmados que enlazaron con su trabajo. Lo más interesante de la obra de Flora fue recogido el año pasado en un libro escrito por el divulgador de música norteamericano Irwin Chusid. La obra de Jim Flora no es interesante sólo para los admiradores, un tanto perversos, de las tendencias de la moda retro liberada de los gajes de la actualidad. Los muebles de estilo de los años 50 han penetrado hace tiempo en las boutiques y las tiendas de antigüedades; por otra parte, el estilo gráfico retro de la misma época ha experimentado en los últimos años (particularmente en EE.UU), un gran retorno al terreno de la ilustración comercial. Las formas orgánicas, los colores pastel y las figuras picassoides se han adentrado de manera perdurable en nuestra memoria colectiva, en la que halla sus fuentes la publicidad, pero también otros segmentos del quehacer plástico. Al fin y al cabo, el eco de la obra de Jim Flora demuestra que algunas veces puede ser difícil y, quizás, incluso inútil distinguir entre la publicidad y el arte autónomo. Entre los nuevos exploradores de Flora que pudieron conocerlo personalmente figuran Mike Bartalos, JD King y Tim Biskup. JD King es el seudónimo de un artista de la costa oriental de EE.UU, que realiza gráfica en ordenador. Sus ilustraciones aparecen con regularidad en varias importantes revistas norteamericanas. Nació en Alemania pero adquirió su formación artística en EE.UU, país donde reside actualmente. El artista realiza sus obras en ordenador pero también experimenta con la impresión de materiales poco comunes, tales como neopreno u hojalata (material que manipula con el corte de la tijera). Además escribe e ilustra libros infantiles, ha diseñado un sello de correos, y creado cortos de animación. Las ilustraciones y la tipografía de su libro Shadowville recuerdan los trabajos de Zdenìk Seydl de los años 60 o los libros infantiles modernos de la editorial praguense Baobab. Quizá el estilo más salvaje entre los indicados corresponda a Tim Biskup, quien además de realizar imágenes de ordenador pinta cuadros al acrílico y exhibe a menudo en galerías de arte. En sus complejas escenas reviven los músicos de jazz y los beatniks de otros tiempos, así como aparecen simpáticos fantasmas peludos o incluso, cohibidos extraterrestres que hacen pensar por su estilo en una versión psicodélica del Pequeño Topo de Zdenìk Miler combinada con las Constelaciones de Joan Miró. Tim Biskup es un elemento importante de la amistosa comunidad de artistas de orientación compartida que exhiben conjuntamente en alguna que otra ocasión. Su esposa, Seona Hong trabaja de manera independiente y también en la industria del cine, donde crea los planos de fondo para series de animación. Dichos fondos poseen en sí la calidad de obras autónomas que hacen recordar, con nostalgia, los filmes de dibujos animados de los 50 y 60. Resulta extraño conjeturar, por qué tiene éxito un estilo como este. El interior de un cohete está dotado de una suerte de paraguas enorme a modo de pantalla y además de extrañas tuberías, parecidas a las de vapor, algo que sin duda no corresponde con las ideas que tienen los jóvenes de nuestro tiempo sobre los aparatos de una nave espacial. Se alcanza un irónico efecto historizador, similar al utilizado en las películas verneanas por Karel Zeman. Melinda Beck es autora de diseños gráficos de consecuente estilo retro que obedece a los años 50 y 60. Sus ilustraciones se encuentran por todas partes, desde la revistas norteamericanas hasta los informes anuales de grandes corporaciones y no sería difícil imaginarlas en impresos de hace 40 años. El nombrado artista que firma bajo el seudónomo de Shag, (Josh Agle), ha obtenido un considerable éxito comercial. Luego de iniciar su labor como gráfico publicitario comprobó que las galerías se interesaban por exhibir y vender sus cuadros que representan escenas estilizadas de los tiempos en que los interiores de los apartamentos modernos trataban de parecerse a espacios tapizados de platillos voladores, cuajadas concurridos por elegante gente de la sociedad que obviamente no tiene otra cosa que hacer que beber cócteles, escuchar música y pasarlo bomba. El citado Tim Biskup exhibió varias obras en común con los artistas Gary Baseman y Mark Ryden e incluso llegaron a crear trabajos en conjunto. Quizá Baseman sea el que más lejos se ubica del estilo gráfico de los años 50 (conocido mayormente por el público norteamericano). Sus animalitos crueles y sus alegres esqueletos recuerdan el arte popular mexicano y se aproximan al mundo del cómic alternativo. Además de pintar y dibujar para revistas, el artista ha realizado programas de televisión animados que le valieron varios premios Emmy. Asimismo tienen éxito los juguetes diseñados por él. Mark Ryden es una personalidad excepcional y extravagante, dotado de la capacidad de crear un universo propio ligeramente perverso, por cuanto podría hacer pensar en una versión aberrante de František Skála. Ryder colecciona objetos curiosos y sus cuadros y dibujos, casi siempre agrupados en grandes ciclos temáticos, aprovechan elementos de Arcimboldo, Dalí y del kitsch global. Encontramos en ellos animalitos de enormes ojos, sangre, esvásticas y muchachas prepuberales, en una combinación que recuerda collages compuestos exclusivamente con fotos tomadas de revistas de porno blando y de libros de cuentos de los hermanos Grimm. Ryden exhibe con éxito en galerías y se ha formado un círculo de coleccionistas fieles en el mundo entero. Sus trabajo fueron reproducidos en la revista nipona de culto Gothic & Lolita. * Lo que une los trabajos de los artistas mencionados no estriba únicamente en el descubrimiento y la actualización del estilo de los 50, sino, en un sentido más general, en el reciclaje del material visual existente. Utilizan la morfología y los temas que pasaron a formar parte de nuestra memoria colectiva. No vivieron de cerca el estilo histórico con el que trabajan ni contribuyeron a configurarlo. Para ellos, es algo que encuentran en los desvanes de sus abuelos, en baratillos o libreros de viejo. Los años 50 hoy son modernos y, al mismo tiempo, anticuados. Logran evocar la nostalgia del modernismo, el ingenuo optimismo tecnológico de la serie de animación The Jetsons, o los pequeños monumentos anónimos de los esputnik soviéticos en aldeas y pueblitos checos perdidos . Las estrategias plásticas fudamentadas en la evocación del ”pasado moderno” aparecieron también en el arte checo de los años 90, es decir, en un medio sumamente sensible al fracaso de la utopías modernas. Me refiero al ejemplo de Ivan Vosecký quien aprovechó en uno de sus cuadros las ilustraciones de Jaromír Drápal para el libro infantil soviético Ignorín en La Ciudad del Sol. La Ciudad del Sol es el mundo soñado del comunismo donde el nuevo orden social se une con los adelantos técnicos. En las ilustraciones de Drápal recibió la forma de una versión juguetona infantil del estilo Bruselas. Menos literal, aunque no menos eficaz, es la utilización de estilos históricos y contemporáneos por Pavel Bařinka y Jakub Hošek. Sus obras utilizan con exquisita sensibilidad el carácter ilustrativo, vienen ligados a una historia que podemos leer en sus cuadros como si fueran un cómic en una sola imagen. La tipografía modernista y las ilustraciones de los años 60 fueron recordadas en los últimos años en la exposición organizada por Zdenìk Primus Umìní je abstrakce (El arte es abstracción). El autor intentó mostrar los nexos entre los trabajos autónomos de la vanguardia plástica de aquellos años y la particular forma de sustentarse de los artistas plásticos, que predominantemente realizaban el diseño gráfico de libros y revistas. La tipografía checa alcanzó en aquel tiempo una de sus cimas cualitativas y sorprende que el retro modernista obviara en mayor medida nuestro diseño gráfico y la plástica de entonces. Como lo dice el título, la exposición de Primus se centró primoridalmente en las realizaciones abstractas y vanguardistas, dejando de lado el extenso campo de las ilustraciones figurativas y el ámbito relacionado con las plantas bajas del diseño gráfico. Todo esto espera ser descubierto. Salgamos a buscar la decoración modernista de carteles y telones, las ilustraciones de los primeros años de la revista Mladý Svìt y los relieves escultóricos anónimos de bares automáticos de provincia. Todo ello espera ser incorporado en obras y correlaciones nuevas. Estoy convencido que no está lejos el momento del triunfal retorno en la plástica checa de la obra temprana de Adolf Born y Oldøich Jelínek, del reciclaje y de la imitación de las caricaturas de Vilém Reichmann, Vladimír Hlavín y Jaroslav Malák de finales de los 50 y comienzos de los 60 publicadas en la revista satírica Dikobraz (Puercoespín). El modernismo de Bruselas fue uno de los últimos estilos universales del arte y tal vez le espere un renacimiento similar al descubrimiento, en los años 60, del antes tan despreciado Art Nouveau. La mayoría de los artistas mencionados en este artículo tienen sus propias páginas web, que pueden ser fácilmente encontradas insertando sus nombres en el buscador de Google.
01.03.2005
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04.02.2020 10:17
Letošní 50. ročník Art Basel přilákal celkem 93 000 návštěvníků a sběratelů z 80 zemí světa. 290 prémiových galerií představilo umělecká díla od počátku 20. století až po současnost. Hlavní sektor přehlídky, tradičně v prvním patře výstavního prostoru, představil 232 předních galerií z celého světa nabízející umění nejvyšší kvality. Veletrh ukázal vzestupný trend prodeje prostřednictvím galerií jak soukromým sbírkám, tak i institucím. Kromě hlavního veletrhu stály za návštěvu i ty přidružené: Volta, Liste a Photo Basel, k tomu doprovodné programy a výstavy v místních institucích, které kvalitou daleko přesahují hranice města tj. Kunsthalle Basel, Kunstmuseum, Tinguely muzeum nebo Fondation Beyeler.
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