Toda la vida de Polina Raiko (1928 - 2004) transcurrió en la ciudad de Tsuriupinsk (Ucrania). Poco antes de su fallecimiento fue descubierta por unos activistas del grupo “Totem”, quienes lograron conservar su casa y editar un catálogo de sus obras, contando su historia al mundo. Pelagueya Andreevna Raiko (de soltera Soldátova) nació en 1928 en la ciudad de Tsuriupinsk. A la edad de 22 años se casó con Nikolay Alekseevich Raiko. La familia vivió principalmente de su granja, de vez en cuando trabajando también en una hacienda colectiva o ayudando a sus vecinos en trabajos agrícolas estacionales. Tuvieron dos hijos: Elena, que nació en 1951, y Sergey, nacido en 1953. Alrededor de 1954 construyeron una casa en un solar al lado del río. Tal vez Polina nunca habría comenzado a pintar si no fuera por los trágicos giros que tomó su vida. En 1994 tuvo lugar una tragedia: su querida hija Elena falleció en un accidente de tráfico dejando a su marido y dos hijos, sus nietos. En diciembre del año siguiente murió su esposo Nikolay Alekseevich. Al cabo de dos años su hijo Sergey fue condenado a prisión. Para Polina eso no fue tan trágico ya que su hijo prácticamente había destrozado todo aquello que tenía valor para comprar alcohol, incluidos los cables de electricidad. De poco le sirvieron los tres años de prisión, ya que al volver a casa siguió con las borracheras. En varias ocasiones hirió a su madre con un cuchillo. Las primeras imágenes aparecieron en las paredes de la casa en otoño de 1998 cuando Serguey estaba preso. Al quedarse sola en casa, Polina intentó recomponerse y ordenar un poco su vida. “De todas formas había que reparar y pintar las paredes, entonces se me ocurrió intentar dibujar algo para alegrar un poco la vida”, contaba Polina. No fue muy alegre ya que cada imagen nacía con las lágrimas en los ojos. “Para no llorar, me puse a cantar. Me ponía sobre una mesa, creaba y lloraba, pues la casa estaba desierta”. Los vecinos creían que la anciana se había vuelto loca, sin embargo, a muchos les gustaron las pinturas. A pesar de su avanzada edad, Polina iba a trabajar casi a diario, por lo que tenía comida y algo de dinero. Su bajísima pensión de jubilación (unos 15 dólares) la gastaba en pinceles. Polina creaba con pinturas esmaltes más comunes y baratos que compraba en el mercadillo del lugar, pinturas que normalmente se utilizaban para pintar suelos, techos, puertas y rejas. Durante los siguientes 4 años las imágenes cubrieron las paredes, los techos, las puertas y hasta salieron de la casa, extendiéndose por las vallas, los postigos y las puertas del garaje. Los vecinos de Polina empezaron a encargarle pinturas sobre algunas paredes de sus casas, estufas y sepulcros del cementerio local. Poco a poco la casa se Polina Raiko se convirtió en un lugar de interés, la visitaron numerosos periodistas, amantes del arte y turistas. Ella no obtuvo beneficio alguno de su obra, ya que a pocos visitantes se les ocurrió dejarle algo de dinero para pinturas y pinceles. La fama llegó, pero Polina Andreevna apenas se dio cuenta de ello, sólo le gustaba recortar de los periódicos las fotos de su casa y mostrarlas a los visitantes. En 2003 contactaron con ella desde el Centro de Iniciativas de las Juventudes “Totem”, una entidad social de la ciudad de Jersón (Ucrania). En aquel entonces Polína Andreevna aún parecía contenta, llena de fuerzas y planes. El catálogo iba a salir cuando aún vivía, pero lamentablemente el 15 de enero de 2004 Polina Raiko falleció. Se fue en un instante, sin dolor, al parecer, tal y como se lo había imaginado en una de sus pinturas, El Camino al Paraíso, sencillo y alegre, lleno de flores. Su última obra es un autorretrato pintado en la parte trasera de un espejo (el único espacio que quedaba libre de pinturas). Aparece joven y bella. Sobre la creación La obra de Polina Raiko se distingue algo del Arte Naif clásico, algunos comparan sus pinturas con el Arte Outsider. No tuvo formación artística alguna, salvo las clases de arte en el colegio, que recordaba muy vagamente. En su casa no había televisión, hecho que probablemente le ayudó a conservar una excepcional sinceridad y pureza formal, que se inspiraba en sus recuerdos y en el mundo que le rodeaba. Su sistema visual combinaba símbolos cristianos, soviéticos y paganos. La artista no se daba cuenta de ello ya que su anhelo de crear lo veía como un don que Dios le había dado por su difícil vida y las penurias que había tenido que pasar. Polina, que desconocía las reglas generales del dibujo, probó varias formas de crear las imágenes y pasarlas a la pared. Eran bastante ingenuas y nunca habló de ellas. Después de su muerte, entre las cartas, se han encontrado trozos de calendarios, hojas de cartón y sobres que Polina utilizaba para esbozos. Luego intentaba pasar las imágenes a la pared utilizando varios métodos. También se han encontrado hojas de celofán cubiertas de dibujos hechos con bolígrafo. A veces aparecían los contornos de un dibujo original o su variante aumentada, a veces la hoja estaba recortada con la forma de la imagen en cuestión. No es muy correcto definir los dibujos de Polina Raiko como esbozos. Más bien son estudios o ejercicios. La anciana traía a casa las imágenes que le gustaban (etiquetas, sellos o tarjetas postales) e intentaba reproducirlas. Entre los borradores se encontró un envoltorio del chocolate “La Gaviota”. En el primer esbozo aparece una copia exacta de la imagen. En la página siguiente Polina ha dibujado la imagen de una forma distinta, al parecer, de memoria, sin mirar el original. Casi en todas las habitaciones aparecen unas gaviotas blancas que no se parecen nada al modelo inicial. Polina Raiko solía tomar elementos de la vida cotidiana para transformarlos en imágenes llenas de significado. Un ejemplo es una de las pinturas que más llama la atención a los visitantes: la representación de un ángel con dos niños ubicada en el cuarto central. Encima de la cabeza del ángel vemos una gran estrella roja. En el mismo cuarto vemos la “capitana”, una mujer vestida de militar con un rifle y un letrero con la leyenda “9 de Mayo”. Una ventana separa a la capitana del ángel. Es evidente que la estrella roja sobre el ángel representa un cruce de dos mitologías: la cristiana y la soviética, por lo tanto se “beatificó” el sistema soviético durante el cual se desarrolló la juventud de la artista. Como en el caso de la gaviota, los detalles se simplificaron después de haber estudiado el modesto archivo de documentos y objetos personales de Polina, en donde se encontró un icono en el que aparecía un ángel con niños. Por encima de la cabeza del ángel había una estrella, pero era blanca. Cuando a Polina le preguntaban quién eran los niños que aparecían al lado del ángel, nunca contestó. Tal vez eran sus hijos. Es injusto decir que Polina Raiko sólo reproducía las imágenes que veía. Más bien las utilizaba como cualquier artista utiliza el mundo que le rodea como una fuente de inspiración para su obra. La imagen original se transforma al presentarse de una forma peculiar. La artista se lleva sólamente la información elemental de las imágenes que le sirven de base, creando una especie de idioma que utiliza para contar una historia completamente distinta. Uno de los aspectos que la obra de Polina Raiko tiene en común con el Arte Outsider consiste precisamente en esta peculiar transformación de las imágenes. Dicha transformación la realizaba en base a la valoración estética de las mismas, y no intelectual o artística como se supone que hacen los artistas con una sólida formación académica. Por ejemplo, analicemos las transformaciones que experimenta el símbolo de la URSS, la hoz y el martillo. Dichos signos aparecen en el interior y exterior de la casa de Raiko. Las dos veces los signos aparecen sobre las velas de un barco. La representación es tan deforme que ningún espectador pudo reconocer los signos. Sin embargo, la intención de la artista no fue representar fielmente al elemento, lo cual terminó siendo un fin secundario, sino incluírlo en la pintura por la carga simbólica personal. Lo principal era su anhelo de crear y materializar las imágenes de su conciencia y subconciencia. Aquí nos acercamos al otro aspecto que asemeja la obra de Polina Raiko con el Arte Outsider. En ambos casos el arte es como la erupción de un volcán que viene cuando llega su hora. Es como un absceso que hay que abrir para que el paciente se sienta mejor. En lo que se refiere a los argumentos de las pinturas, en general reproducen la vida de la artista. También la de su familia, así como la de animales domésticos y paisajes. La impresión que deja la casa no se puede describir más que con una frase trivial: parece que uno entra en un cuento de hadas. Le rodean muchas flores, pájaros y ángeles. “Leopardos” enormes, pavos reales majestuosos, cisnes inmaculados, las imágenes de la Virgen con el Niño, de Jesucristo y de las tres hermanas de Polina (la cuarta es ella misma). Parece una única instalación cuyo objetivo es recoger en un mismo lugar todos los elementos de la visión que una mujer sencilla tiene sobre la felicidad, el bienestar, la belleza y la fuerza de la vida, así como del Paraíso en el Cielo y en la Tierra. Sobre la conservación del legado de la artista Después de la muerte de Polina la cuestión de la conservación de su legado fue muy polémica. Su nieto y heredero no estaba interesado en conservar la casa y quería vender el terreno. Durante los siguientes seis meses parte de las obras fueron destruidas. Hasta que el Centro de iniciativas de las juventudes, “Totem”, logró atraer a varios expertos y organizar en Jersón una conferencia dedicada a los problemas de la conservación del legado de Polina Raiko, a la que asistieron participantes de todas las regiones de Ucrania, además de emprender numerosas iniciativas de todo tipo. Se pudo detener la venta de la casa y proceder al estudio de las obras. Sin embargo, las instituciones culturales de Ucrania no han colaborado en la creación del futuro museo, y se tuvo que buscar patrocinadores privados que compraron la casa de Polina Raiko. Ahora la casa está a salvo y abierta al público. Cada vez más gente tanto en Ucrania como en toda Europa se interesa por el legado de Raiko. El catálogo completo de sus obras editado por el Centro Totem se puede conseguir en varios museos, galerías y centros de arte de Ucrania. Vale la pena mencionar que la tarea aún no ha concluido, ya que hay previstos trabajos relacionados con la conservación de la casa, así como la elaboración de la estrategia del museo, ya sea estatal o privado. Lo importante es que el legado de Polina Raiko, una auténtica joya de la cultura ucraniana, está a salvo. De momento...
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An American poet was invited to the White House in order to read his controversial plagiarized poetry. All tricked out and ready to do it his way, he comes to the “scandalous” realization that nothing bothers anyone anymore, and instead of banging your head against the wall it is better to build you own walls or at least little fences.
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